En verdad, en estas cuartillas que escribimos en homenaje al maestro, no queremos incidir en un lugar común, en una exaltación romántica, en un ditirambo almibarado, en una fraseología engolada que cada vez tiene menor valor por su falta de sinceridad y lo que es más grave no responde a la realidad de los hechos. Porque si hemos de afirmar que los auténticos, los verdaderos maestros se merecen nuestro eterno reconocimiento y admiración, tampoco se puede soslayar que algunos se incorporan al magisterio sin la mística, sin la vocación ni entrega que se requiere para tan arduo y difícil apostolado.
Este Blog va dirigido para todas aquellas Mujeres que en algún momento de su vida se sintieron imcompletas por el simple hecho de no estar MAQUILLADAS *-*
viernes, 17 de abril de 2015
El 13 de abril, es día grande, es el día del Maestro Ecuatoriano. En las
figuras excelsas de Juan Montalvo, González Suárez y Luís Felipe Borja,
los tres grandes maestros como por antonomasia se les llama, se rinde
pleito homenaje, al forjador, al conductor de la niñez y la juventud
ecuatorianas.
En verdad, en estas cuartillas que escribimos en homenaje al maestro, no queremos incidir en un lugar común, en una exaltación romántica, en un ditirambo almibarado, en una fraseología engolada que cada vez tiene menor valor por su falta de sinceridad y lo que es más grave no responde a la realidad de los hechos. Porque si hemos de afirmar que los auténticos, los verdaderos maestros se merecen nuestro eterno reconocimiento y admiración, tampoco se puede soslayar que algunos se incorporan al magisterio sin la mística, sin la vocación ni entrega que se requiere para tan arduo y difícil apostolado.
En verdad, en estas cuartillas que escribimos en homenaje al maestro, no queremos incidir en un lugar común, en una exaltación romántica, en un ditirambo almibarado, en una fraseología engolada que cada vez tiene menor valor por su falta de sinceridad y lo que es más grave no responde a la realidad de los hechos. Porque si hemos de afirmar que los auténticos, los verdaderos maestros se merecen nuestro eterno reconocimiento y admiración, tampoco se puede soslayar que algunos se incorporan al magisterio sin la mística, sin la vocación ni entrega que se requiere para tan arduo y difícil apostolado.
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